jueves, 23 de mayo de 2013

Aprendizaje colaborativo y constructivismo



Aprendizaje colaborativo y constructivismo
Para iniciar esta reflexión me parece importante retomar la distinción entre el paradigma del constructivismo, las interpretaciones constructivistas, las teorías constructivistas y la aplicación de las teorías constructivistas a los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Pozo, citado por Serrano (2011), se da cuenta que las escuelas están usando el constructivismo como un slogan, y coincido con él, porque muchas veces con haber leído un poco de este tema o un pequeño curso al respecto, se llaman constructivistas y no siempre es verdad.
Aunque hay diferentes planteamientos alrededor del constructivismo, lo que tienen en común estos planteamientos, es que el conocimiento es un proceso de construcción genuina del sujeto y no un despliegue de conocimientos innatos, ni una copia de conocimientos existentes en el exterior; pero detrás de esta homogeneidad se esconde una gran diversidad epistémica, con esto surgen cuatro modelos: radical, cognitivo, socio-cultural y social.
Serrano (2011), afirma que la tendencia actual ante el constructivismo, sigue una línea integradora entre las posiciones más renovadoras del constructivismo cognitivo y los constructivismos de corte social, en su vertiente más moderada, ha conducido a la elaboración de la denominada “cognición situada”, que nos conduce a la noción de comunidad de aprendizaje que está formada por un grupo de personas que aprende en común, utilizando herramientas comunes en un mismo entorno.
La función del profesor consiste en asegurar el engarce más adecuado entre la capacidad mental constructiva del alumno y el significado y sentido social y cultural que reflejan y representan los contenidos escolares.
 
Díaz-Barriga (2002), señala que en la concepción constructivista se organiza en tono a saber que el alumno es responsable de su proceso de aprendizaje; que la actividad mental constructiva se aplica a contenidos que posee y a su elaboración y que el docente engarza los procesos de construcción del alumno con el saber colectivo culturalmente organizado.
Construir significados nuevos implica un cambio en los esquemas de conocimiento que se poseen previamente, esto se logra introduciendo nuevos elementos o estableciendo nuevas relaciones entre dichos elementos. Para lograrlo hay que proponer prácticas auténticas, cotidianas, significativas y relevantes en su cultura.
Es aquí donde, respondiendo al planteamiento del foro, el uso adecuado de estas técnicas y prácticas, pueden ser un nuevo enfoque de trabajo y socialización, siempre y cuando no perdamos de vista el eje vertebrador: la educación tiene una función socializadora, la cual está incluida en una cultura que debe tomar en cuenta la naturaleza constructiva del psiquismo humano.
Monereo (2007), afirma que no hay consenso respecto a cómo las estrategias de aprendizaje deben ser definidas, en cuál es su vinculación con los contextos de desarrollo en los que aparecieron, en la clase de influencia que las metas y las emociones tienen sobre ellas, en síntesis, en cómo éstas operan.
Es por tanto innegable que las actividades instruccionales de corte colaborativo, deben de ser diseñadas, planificadas y ejecutadas con una intencionalidad específica, que dé sentido a la propia actividad y a la práctica docente.
Para garantizar el significado de lo aprendido, la actividad constructiva es el elemento mediador entre su estructura cognitiva y los saberes previamente establecidos. La atribución de sentido y la construcción de significados que realizan los alumnos deben ser acordes y compatibles con lo que significan y representan los contenidos como saberes culturales ya elaborados.
Las técnicas colaborativas y el constructivismo socio-cultural se engarzan de manera armónica, porque el alumno va marcando la pauta del aprendizaje y así construyen el conocimiento.
Las lecturas me ayudaron a darme cuenta que si incorporamos estos procesos, se pueden ir construyendo las vías a través de las cuales los alumnos adquieren y retienen el conocimiento, sobre todo si el entorno está organizado.
Para cerrar quiero comentar que los alumnos aprenden más, les gusta ir a la escuela, establecen mejores relaciones, aumenta su autoestima y aprenden tanto valores como habilidades sociales más efectivas cuando trabajan en grupos y colaboran entre sí, que al hacerlo de manera individualista y competitiva.
Buen día a todos
Amalia

Referencias
Díaz-Barriga, F. y Hernández, R. (2002). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. México: Mc Graw Hill
Ferreiro, R. y Espino, M. (2011). El ABC del Aprendizaje Cooperativo. México: Trillas.

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