EDUCACIÓN
EN LA DIVERSIDAD: INCLUSIÓN Y EXCLUSIÓN
En
este ensayo basado en la lectura “Los enunciados de la escuela intercultural”
de Jiménez (2009) se aborda la influencia de los factores económicos, sociales,
geográficos, culturales, religiosos, étnicos y de género, en la educación de la
diversidad, así como mis propias experiencias y vivencias respecto a esto.
Jiménez
(2009) afirma que la diferencia entre multiculturalismo, pluralismo e
interculturalidad (busca establecer una alianza entre la diversidad cultural y
las políticas que el Estado) y asimilación, integración y monoculturalismo
(ofrece políticas que la favorezcan o su disolución) se relaciona con el valor
en el cual la diversidad cultural es considerada y el tiempo de relación que se
considera óptima con el Estado-nación.
En
México, el monoculturalismo, fue una combinación de la cultura eurocéntrica e
indígena, en la cual proyectó su ideal sobre el mestizaje. Hasta la actualidad,
este modelo sigue planteando “los dilemas políticos” de la modernización, que
podríamos resumir en el continuo deseo de cambiar algún aspecto de la cultura
nacional y fortalecer o preservar algún otro, desde aquí se puede ir
vislumbrando que la educación en la diversidad existe en México desde hace
mucho tiempo y no se ha logrado la verdadera integración e inclusión.
Jiménez
(2009), nos habla acerca de cómo el evolucionismo, el positivismo, el
relativismo cultural y en ocasiones el materialismo histórico habían sido
herramientas ideológicas que justifican las acciones gubernamentales en torno
al proceso de uniformación cultural, fenómeno que la educación vive de manera
semejante.
México
vive todavía el debate pluri e intercultural como fruto directo de la inquietud
social y del uniformismo cultural que tradicionalmente caracterizó las
relaciones entre pueblos indígenas y el Estado. Considero que mientras no se
definan políticas en torno a esto no podemos hablar verdaderamente de educación
en la diversidad, por lo tanto los procesos de integración y exclusión no son
una realidad como quisiéramos; en mi experiencia he visto avances en escuelas
concretas que tienen programas de inclusión e integración.
Esto lo
confirma Carrión (2001), quien afirma que el proceso de integración e inclusión
está
ligado a los movimientos a favor de la igualdad
y a la lucha de las personas con alguna discapacidad o situación
particular, por alcanzar condiciones de vida más dignas y esto implica una
transformación, con cambios a nivel social, laboral y en este caso la escolar.
Jiménez
(2009) relaciona los procesos de globalización cultural con la educación por la
forma que tienden a generar procesos de homogenización cultural. La cultura euronorteamericana
es el tipo de cultura que mayormente se internaliza, en especial porque es la
que controla los principales flujos comunicativos. La globalización provoca la
fragmentación y heterogeneidad cultural de carácter local, regional y nacional resurge
junto con los procesos de homogenización cultural; esto ha dificultado la
creación de políticas en la diversidad viables.
En
México las decisiones en torno a la educación pública se ven intensamente
influidas tanto por los lineamentos que se elaboran desde los grandes centros
financieros, por los compromisos que se establecen a través de los acuerdos
multilaterales regionales que tienen lugar en América Latina como el Tratado de
Libre Comercio, la pregunta que me hago es que si los intereses económicos son
los que frenan la educación en la diversidad.
Ante
este cuestionamiento, coincido con Jiménez (2009), quien asegura que la escuela
debe garantizar las competencias necesarias para una eficaz adaptación (técnica
y competitiva) a un mundo laboral cambiante no es incompatible con formar
ciudadanos solidarios, fortalecer la transmisión de los valores democráticos o
con combatir los procesos de marginación y exclusión social desde la óptica del
pluriculturalismo cultural; es decir, los modelos educativos escolares
interculturales, pero tal y como están siendo llevados a cabo, en gran pare
casan con los modelos económicos de libre cambio.
Las escuelas
bilingües interculturales tienen un grado de homogeneidad mucho más elevado que
las manifestaciones sobre lo que debería ser la escuela intercultural. Existen
dos grandes dimensiones en las cuales se ubica la problemática de la escuela
intercultural: una política y otra pedagógica. Las diferentes concepciones no
son en realidad contradictorias unas con otras, más bien se complementan o presentan
ciertos paralelismos y es aquí donde es necesario intervenir y como bien
menciona Parrilla (1992) es necesaria una interpretación más
amplia, se trata de ser conscientes que todas las maneras de abordar el proceso
educativo inclusivo no son por medio de técnicas estandarizadas.
Las demandas de
la sociedad por una educación en la diversidad, no sólo se relaciona con el
establecimiento de un sistema de educación pública que profundice la exclusión
social o la reproducción de la “subalternidad” económica y socio-política de los
grupos y pueblos indígenas, para mí, esto va mas allá, se relaciona con una
nueva forma de vislumbrar la educación y el futuro de nuestro país, en un mundo
globalizado, pero sin perder la identidad.
Esto
se va a lograr si no se pierde de vista que el proceso de enseñanza-aprendizaje
como una forma de mayor autonomía cultural y política, busca la “liberación” de
sus propias sociedades, se encuentran aquellas que consideran al ámbito escolar
un espacio contestatario y óptimo para conseguirlo a través de la resistencia
cultural.
La
escuela adquiere este significado porque la relación de los pueblos con el
Estado es interpretada como una relación de control y dominación propuesta
camina hacia la “liberación” y emancipación de dichos procesos; donde se vaya
encaminando a la inclusión y la exclusión vaya siendo cosa del pasado.
Se
ha rechazado las propuestas curriculares construidas a partir de la adaptación
al contexto de aprendizaje de los niños y niñas del plan y programa nacional.
La flexibilización curricular o el establecimiento de un currículum
diversificado no se entiende como un adaptación curricular aditiva de
contenidos étnicos, sino que debería estar encaminado a una verdadera
integración e inclusión… camino en el que estamos como país, y a nosotros
docentes nos toca seguir trabajando en él, desde nuestra trinchera específica,
favoreciendo en lo que esté en nuestras manos que se logre la educación en la
diversidad y evitar a toda cosa la exclusión que se pueda presentar en nuestro
contexto.
Como
conclusión me gustaría mencionar que para la formación de la sociedad es
necesaria una “formación en valores y actitudes” de solidaridad y comunicación
humana que desemboquen en comportamientos solidarios de respeto y aceptación
mutua entre los miembros de un mismo Estado.
REFERENCIAS
Carrión, M. (2001).
Integración escolar ¿Plataformas para una escuela inclusiva? Málaga: Aljibe.
Jiménez, Y. (2009). Los
enunciados de la escuela intercultural. En Cultura comunitaria y escuela
interculturalidad. (pp. 51-82). México: SEP.
Parrilla, A. (1992). El profesor ante la integración escolar:
investigación y formación. Madrid: Cincel.
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