domingo, 9 de junio de 2013

Educación en la diversidad



EDUCACIÓN EN LA DIVERSIDAD: INCLUSIÓN Y EXCLUSIÓN
En este ensayo basado en la lectura “Los enunciados de la escuela intercultural” de Jiménez (2009) se aborda la influencia de los factores económicos, sociales, geográficos, culturales, religiosos, étnicos y de género, en la educación de la diversidad, así como mis propias experiencias y vivencias respecto a esto.
Jiménez (2009) afirma que la diferencia entre multiculturalismo, pluralismo e interculturalidad (busca establecer una alianza entre la diversidad cultural y las políticas que el Estado) y asimilación, integración y monoculturalismo (ofrece políticas que la favorezcan o su disolución) se relaciona con el valor en el cual la diversidad cultural es considerada y el tiempo de relación que se considera óptima con el Estado-nación.
En México, el monoculturalismo, fue una combinación de la cultura eurocéntrica e indígena, en la cual proyectó su ideal sobre el mestizaje. Hasta la actualidad, este modelo sigue planteando “los dilemas políticos” de la modernización, que podríamos resumir en el continuo deseo de cambiar algún aspecto de la cultura nacional y fortalecer o preservar algún otro, desde aquí se puede ir vislumbrando que la educación en la diversidad existe en México desde hace mucho tiempo y no se ha logrado la verdadera integración e inclusión.
Jiménez (2009), nos habla acerca de cómo el evolucionismo, el positivismo, el relativismo cultural y en ocasiones el materialismo histórico habían sido herramientas ideológicas que justifican las acciones gubernamentales en torno al proceso de uniformación cultural, fenómeno que la educación vive de manera semejante. 
México vive todavía el debate pluri e intercultural como fruto directo de la inquietud social y del uniformismo cultural que tradicionalmente caracterizó las relaciones entre pueblos indígenas y el Estado. Considero que mientras no se definan políticas en torno a esto no podemos hablar verdaderamente de educación en la diversidad, por lo tanto los procesos de integración y exclusión no son una realidad como quisiéramos; en mi experiencia he visto avances en escuelas concretas que tienen programas de inclusión e integración.
Esto lo confirma Carrión (2001), quien afirma que el proceso de integración e inclusión está ligado a los movimientos a favor de la igualdad  y a la lucha de las personas con alguna discapacidad o situación particular, por alcanzar condiciones de vida más dignas y esto implica una transformación, con cambios a nivel social, laboral y en este caso la escolar.
Jiménez (2009) relaciona los procesos de globalización cultural con la educación por la forma que tienden a generar procesos de homogenización cultural. La cultura euronorteamericana es el tipo de cultura que mayormente se internaliza, en especial porque es la que controla los principales flujos comunicativos. La globalización provoca la fragmentación y heterogeneidad cultural de carácter local, regional y nacional resurge junto con los procesos de homogenización cultural; esto ha dificultado la creación de políticas en la diversidad viables.
En México las decisiones en torno a la educación pública se ven intensamente influidas tanto por los lineamentos que se elaboran desde los grandes centros financieros, por los compromisos que se establecen a través de los acuerdos multilaterales regionales que tienen lugar en América Latina como el Tratado de Libre Comercio, la pregunta que me hago es que si los intereses económicos son los que frenan la educación en la diversidad.
Ante este cuestionamiento, coincido con Jiménez (2009), quien asegura que la escuela debe garantizar las competencias necesarias para una eficaz adaptación (técnica y competitiva) a un mundo laboral cambiante no es incompatible con formar ciudadanos solidarios, fortalecer la transmisión de los valores democráticos o con combatir los procesos de marginación y exclusión social desde la óptica del pluriculturalismo cultural; es decir, los modelos educativos escolares interculturales, pero tal y como están siendo llevados a cabo, en gran pare casan con los modelos económicos de libre cambio. 

Las escuelas bilingües interculturales tienen un grado de homogeneidad mucho más elevado que las manifestaciones sobre lo que debería ser la escuela intercultural. Existen dos grandes dimensiones en las cuales se ubica la problemática de la escuela intercultural: una política y otra pedagógica. Las diferentes concepciones no son en realidad contradictorias unas con otras, más bien se complementan o presentan ciertos paralelismos y es aquí donde es necesario intervenir y como bien menciona Parrilla (1992) es necesaria una interpretación más amplia, se trata de ser conscientes que todas las maneras de abordar el proceso educativo inclusivo no son por medio de técnicas  estandarizadas.
Las demandas de la sociedad por una educación en la diversidad, no sólo se relaciona con el establecimiento de un sistema de educación pública que profundice la exclusión social o la reproducción de la “subalternidad” económica y socio-política de los grupos y pueblos indígenas, para mí, esto va mas allá, se relaciona con una nueva forma de vislumbrar la educación y el futuro de nuestro país, en un mundo globalizado, pero sin perder la identidad.
Esto se va a lograr si no se pierde de vista que el proceso de enseñanza-aprendizaje como una forma de mayor autonomía cultural y política, busca la “liberación” de sus propias sociedades, se encuentran aquellas que consideran al ámbito escolar un espacio contestatario y óptimo para conseguirlo a través de la resistencia cultural.
La escuela adquiere este significado porque la relación de los pueblos con el Estado es interpretada como una relación de control y dominación propuesta camina hacia la “liberación” y emancipación de dichos procesos; donde se vaya encaminando a la inclusión y la exclusión vaya siendo cosa del pasado.
Se ha rechazado las propuestas curriculares construidas a partir de la adaptación al contexto de aprendizaje de los niños y niñas del plan y programa nacional. La flexibilización curricular o el establecimiento de un currículum diversificado no se entiende como un adaptación curricular aditiva de contenidos étnicos, sino que debería estar encaminado a una verdadera integración e inclusión… camino en el que estamos como país, y a nosotros docentes nos toca seguir trabajando en él, desde nuestra trinchera específica, favoreciendo en lo que esté en nuestras manos que se logre la educación en la diversidad y evitar a toda cosa la exclusión que se pueda presentar en nuestro contexto.
Como conclusión me gustaría mencionar que para la formación de la sociedad es necesaria una “formación en valores y actitudes” de solidaridad y comunicación humana que desemboquen en comportamientos solidarios de respeto y aceptación mutua entre los miembros de un mismo Estado.

REFERENCIAS
Carrión, M. (2001). Integración escolar ¿Plataformas para una escuela inclusiva? Málaga: Aljibe.
Jiménez, Y. (2009). Los enunciados de la escuela intercultural. En Cultura comunitaria y escuela interculturalidad. (pp. 51-82). México: SEP.
Parrilla, A. (1992). El profesor ante la integración escolar: investigación y formación. Madrid: Cincel.

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